No recuerdo cómo
llegué acá, lo último que sentí fue el
duro golpe que me di con la baranda del barco y mi cuerpo golpeando con algo
duro al caer. Cuando desperté ya era de día, al abrir los ojos el cielo claro
con un sol imponente me cegó, al mirarme a mi descubrí que estaba mojada, con arena y llena de algas. Cerca
estaba un bote salvavidas con el frente
roto, busque mi bolso porque sabía que lo tenía puesto cuando caí quería comunicarme con alguien
para poder pedir ayuda pero mi celular estaba arruinado por la maldita agua. Seguí buscado en mi bolso y encontré mi espejo
de mano. Al verme reflejada me di cuenta
que mi cabeza estaba sangrando a montones entonces rápidamente fui hasta el bote
salvavidas para buscar el botiquín de primeros auxilios. Encontré dentro de él
unas gasas y cinta que amarré fuerte para que no se salieran.
Empecé a caminar,
quería ver si podía encontrar rastros de
civilización pero no había nada más que vegetación. Después de un rato ya
estaba muy mareada, con fríoo y mucha hambre así que decidí dormir porque en mi
estado no podía hacer mucho. Al día siguiente noté que mi vista empeoraba ya
que mi herida estaba muy cerca de los
ojos, necesitaba comer y beber con urgencia. Por suerte al poco tiempo de
caminar encontré unos cocos, estaba feliz de haber visto tantas películas donde
aprendí a abrirlos pero sabía que eso no
sería suficiente ya que no me durarían mucho tiempo. En mi cuerpo se notaba en
el paso del tiempo, uno de mis ojos ya no servía y el otro apenas veía sobras,
mis piernas estaban muy débiles y lastimadas como también mis brazos,
manos y torso.
Nadie había
pasado y sabía que nadie lo iba a hacer ya que no todo es como en las películas
con final feliz. Pero al que encuentre estas notas al lado de mi cuerpo ya
muerto le digo que si está en una situación parecida a la mía use el arma de
emergencia que hay pegada a ellas ya que es mejor morir de un tiro que pasar
meses agonizando de dolor.
Camila Acevedo
No hay comentarios:
Publicar un comentario