viernes, 23 de septiembre de 2016



Por Cami Acevedo.

Hay un sector de la casa al que no voy. Sé que suena extraño y, tal vez, lo sea pero fue dándose así y, con el tiempo, pasó a ser rutina y ya me acostumbré. Cuando las casas son tan grandes como la mía, la gente, a veces, se acostumbra a usar sólo algunas partes para no ensuciar todas. Imagínense: una casa con dos cuartos en la parte inferior, con un living comedor amplísimo, ventanales directos al patio (¡cuánto polvo!) más el espacio de la cocina (con su mesa y sillas, por supuesto) y ni hablar de las piezas en la parte superior. Todo con ventanas y celosías, al frente: Av. Fritz Roy, en otra época, el esplendor.  Pero ahora ya no. La mitad de la casa me sobra. Los cuartos de abajo (y sus ventanas) permanecen cerrados desde 1978.
La gente siempre tiene explicaciones para todo: que estoy loca, que me molestan los ruidos de la avenida y los colectivos incesantes, la noche repleta de bares y borrachos. No, no y no. Las explicaciones verdaderas sólo las tienen aquellos que las inventan. Esa soy yo y digo: los cuartos permanecen cerrados porque allí nada puede cambiar, ni por la luz del sol ni por el efecto del viento. Nada de nada.  Y no porque quiera convertir mi casa en un museo. O sí. No sé. Es mi hermana a quien no quiero perder: si todo permanece igual quizá ella siga quedándose allí.
Yo sé que haciendo todo esto ella está conmigo, por ejemplo el otro día estuvimos hablando sobre lo caro que esta todo actualmente y que en nuestra época todo era mucho mejor. Ella en realidad no me contestaba y yo no la veía pero no era necesario.
No viene mucha gente, la poca que ha venido era muy insistente en tocar sus cosas o usar las habitaciones para alquilarlas y ganar más dinero pero de inmediato los eche, estaban locos nunca lo haría, ella se podría ir y eso nunca lo aceptaría. Total si yo no veo como todo se cambió por el paso del tiempo  ella no lo sepa, no me case ni tuve hijos porque me harían  salir de la casa y no puedo. Los días, meses y años pasan y sé que a ella le gusta cómo  me he manejado durante este tiempo y es hora de que vaya con ella me lo estuvo diciendo ya prepare todo para poder irme asique le digo adiós a este mundo.
Señora de 58 años se suicida antes de ser trasladad a un centro psiquiátrico.
Los que la encontraron a ella y a la nota que dejó hablaron sobre su hermana, una de las mujeres que desapareció en la última dictadura militar de Argentina en el año 1978. Ella no quedó bien psicológicamente ya que a su hermana se la llevaron delante de sus ojos y no pudo hacer nada. Según los médicos ella aisló ese recuerdo diciéndose a sí misma que nada había pasado y que su hermana seguía con ella en su casa. Este hecho le causó tanto daño que empezó a alucinar y según la carta, su hermana, le pidió suicidarse.                
  

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